La naturaleza me recuerda que existe tiempo para todo. Toda fruta comienza como un retoño lleno de potencial que luego se convierte en un bello capullo, que al madurar, llega a ser un alimento nutritivo. Cada etapa del desarrollo tuvo lugar de manera ordenada y fue esencial para el producto final.
El orden también está activo en mi vida. Recibo ideas divinas que me llevan hacia el éxito. Doy tiempo a dichas ideas para que se desarrollen. Las alimento con fe y consideración, y actúo constructivamente. Busco la guía de Dios y alineo mis esfuerzos con el orden divino del proceso creativo. Siento que un nuevo y sabio fluir contribuye a que mi comprensión espiritual aumente.
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.—Eclesiastés 3:1
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Extraído de la WEB:
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